Tu voz de fondo,
mis muslos en alerta,
tus manos vienen
Por tener por cuerpo una anarquía.
Por ser metralla tu boca.
Por la frontera que va desde tu cuello a tu cintura,
y su endeblez a la altura justa de tus muslos.
Por no existir más que mi fusil para colarme por ella
y atravesar las paredes del bunker
que te aisla y te hiela.
Por declararme la guerra en tiempos de paz.
Sabiendo que iba a conquistar tu territorio.
Viejo conocido.
Y, aunque te duela, nunca enemigo.
Por estar llena de minas antipersonas.
Y, aún así, tirarme encima tuya.
Para después darte a elegir,
Entre dejar que me quede aquí queriéndote toda la vida
y mandar a la mierda el caos de tu maldito desgobierno.
O hacerte explotar después de invadida.