LO MISMO, NI FUERON

cuerpos

Ella Boca Arriba.

Con los labios a medio abrir,

Expulsando un aire que no le sobraba.

Con la mirada perdida en una clavícula que más que una clavícula

Era una percha para su piel.

Su Piel.

Blanca.

Impura.

Acercándose a la Mujer Boca Arriba.

Rendida.

Casi axfisiada, ya. Esperando la última Bocanada,

De un Boca a Boca.

Y él se rindió, para acompañarla.

Como se rinde el papel al fuego.

Y el otoño al verde menta.

Y lo que pudo contar Aquella Mujer,

De lo que en Ella ocurrió aquel día,

Fue, en versos sin rima ni gloria:

«Su Mano derecha, al Este.

Mano izquierda al Oeste.

Boca, al Norte.

Y Pelvis, al Sur»

En un pobre, y mutilado de sueños, poema que tituló:

«Cuerpos Cardinales que fueron y no serán»